
AUTORES escribelandia
Conoce las palabras que dedica cada autor/a y sumérgete en sus esencias más personales.
Presentamos a:
Lucinda Carod
“Yo escribo porque me divierte, sin más. Hay quien me ha sugerido que lo haga para sanar las heridas del alma pero yo no lo veo así, el dolor se cura con las nuevas experiencias y no con las fantasías que pueda elaborar una mente repleta de recuerdos.
Tengo que decir también que soy una escritora ocasional y por encargo. Este hecho me encanta porque me conecta con la etapa escolar, la de los deberes. Deberes relacionados con una redacción o con el magnífico reto de un concurso literario cuya participación era obligatoria: ahí estaba mi oportunidad, el momento que estaba deseando y esperando…entonces me ponía a trabajar y sólo Dios sabe cómo disfruté esas pequeñas victorias.
Con Escribelandia me vuelve a suceder lo mismo y aunque en esta ocasión no se trata de un ejercicio obligatorio, muy gustosamente cambiaré el barro por la pluma ante cada posibilidad que tenga de escribir y de ser leída.
Doy las gracias de verdad a esta iniciativa y te doy las gracias a ti, lector, por dejarte seducir por mí, por mi mundo con todo lo que éste contiene y que con mucho gusto te lo voy a compartir, desde aquí…
Espero que lo disfrutes!

Hola, soy Lucinda Carod. Nací en Barcelona hace poco más de 51 años y crecí entre los barrios de Sant Andreu del Palomar y Les Corts, de donde es mi madre. El primer barrio lo asocio a una estricta dictadura escolar que me aportó una cosa buena: el hábito de escribir, de redactar pues muchos de los deberes iban de eso. Tanto fue así que no supe mentir cuando la feroz señorita Fernanda, una especie de gigante rubio con rizos y gafas de culo de vaso, una mujer que venía de Castilla -no sé cuál de las dos- y a la cual todas las niñas temíamos, nos fue interrogando una a una la odiosa y típica frase de ” ¿qué quieres ser de mayor”? “Yo quiero ser escritora” – le contesté y se llevó una buena sorpresa de la soñolienta y poco aplicada alumna CAROD – ya sufría de insomnio y me las apañaba en mi vida como buenamente podía.
Como tantas otras niñas con hermanas mayores en el mismo centro, yo fui sólo un apellido durante toda mi etapa escolar. Un apellido que además de redactar con dignidad y ganar algún concurso literario, hacía cosas interesantes durante la semana cultural.
Crecí y me desarrollé odiando ese colegio casi militar y al terminar el bachillerato la cosa no fue mejor, mi falta de orientación profesional fue tan superlativa que tras algún intento de aspirante a chef de cocina o de reflexóloga podal, tiré la toalla con el tema de los estudios y me puse a hacer lo que en mi casa siempre se esperó de mi: me puse a trabajar.
En una oficina primero, experiencia mortal -por el aburrimiento e incomprensión del absurdo ambiente de los oficinistas-, fui especializándome después en tareas más complejas donde se necesitaban idiomas y fue en ese momento en que soñé con ser empresaria sin saber cómo hacerlo, y desarrollé un proyecto que hubiera podido salir bien. Más tarde intenté ingresar en la Universidad y pasé las pruebas de acceso, más por orgullo personal, por tema pendiente en la vida que por un sentimiento vocacional pues de todo el mundo es sabido que a mí me cuesta mucho ponerme a estudiar.
Yo siempre digo que me he ganado la vida desde que soy muy joven porque justamente pronto comprendí que esta vida va de eso, de ganar dinero para mantenerse uno, para poder darse caprichos, hacer con él lo que te venga en gana. También sé que es bonito que te amen, que mi misión principal es la de amar.
Desde hace unos años para aquí me he focalizado en mis aptitudes de comercial pues ya que se tiene que trabajar, por favor, que sea divertido!
Pero los pocos logros escolares conseguidos durante una infancia donde era difícil destacar -éramos 40 por clase- me han ido azotando la base del cerebro durante esta larga travesía del desierto que es la vida, recordándome que mi parte creativa y artística también se necesita desarrollar. De modo que al finalizar las jornadas laborales tomé clases de interpretación, de canto y hasta de escultura.
La cerámica llegó un poco después, al inicio de mi segunda maternidad y estoy desarrollando un proyecto en torno a esta actividad.
Soy madre de dos niños a quienes cuido mientras intento hacer otras muchas cosas, hasta llegué a escribir una obra de teatro también durante mi segundo embarazo – así me ha salido el niño- ambientada en el ambiente rural donde vivía. Dirigí esa obra, formé a mis actrices y montamos una compañía de pueblo en la que ya no participo pero que funciona a todo gas.
El escribir es mi cuenta pendiente del momento.
El ponerme a escribir de verdad.
Agradecida estoy pues por esta bonita e inesperada oportunidad.
- Se estrena como Autora en escribelandia con el relato LA BICICLETA.
Conoce a los autores y sus escritos inéditos.
Gracias a los autores disfrutamos del don de la lectura y además, compartimos las palabras para que sean mensajeras alrededor del mundo.
escribelandia, la tierra de la escritura.
