VACACIONES EN FAMILIA. Escrito de Tamara Gil Alonso. 5º reto escribelandia.

Recuerdos para toda la vida. Año tras año siempre elegían el mismo destino. Allí es donde hemos disfrutado de la playa en familia durante mucho tiempo.

Mis padres, mis hermanos y yo. A veces los abuelos, los tíos, los primos, los otros tíos, los otros primos, incluso algún amigo. Dependiendo del año, alquilaban apartamentos de dos o tres habitaciones, incluso alguna vez de cuatro.

El primer día lo primero que hacía al llegar, era buscar la terraza para ver las vistas al mar que nos tocaban. Desde ahí todas las mañanas mirábamos la bandera que ponían.

Los años pasaban y todos esperábamos con ganas esos días de septiembre. Las rutinas siempre fueron las mismas: desayuno, playa, aperitivo, piscina, comida, siesta, paseo por la orilla del mar, piscina, ducha, tiendas, cena, minigolf, camas elásticas, helado… Los berberechos, las tellinas, los mejillones… Todo allí era distinto.

Y algo también empezó a cambiar.

Algunos empezaron a faltar y por otro lado, la familia iba creciendo. Mis padres pasaron a ser los abuelos. 

Cambiaron el alojamiento por unos apartamentos más modernos. Aunque más alejados del mar, tenían unas piscinas chulísimas.

Íbamos evolucionando con los años y ya no siempre podíamos ir todos. Por estudios o por el trabajo. También fuimos formando nuestras respectivas familias. Aunque siempre tratábamos de coincidir para juntarnos todos allí.

Compartimos muchas vacaciones, casi todas. Momentos grabados en nuestras memorias. 

Aquel verano la rutina fue la de siempre, pero todos teníamos algo de pena muy presente. Sabíamos que podrían ser sus últimas vacaciones. Y así fue, la primavera siguiente, el que faltó fue mi padre.

De alguna forma, los veranos en familia se fueron con él.

Pasaron cuatro años desde aquella primavera. Yo me moría de ganas por volver, pero me inundaba la pena cada vez que me imaginaba por allí.

Aquel verano decidí que sería nuestro destino de vacaciones en familia. Mi marido, mis pequeños y yo. Fuimos a los apartamentos donde íbamos cuando éramos pequeños. Aún recordaba el olor en el portal, en los ascensores, cómo era la piscina y por supuesto la misma ilusión, pero esta vez con ellos, al descubrir las vistas al mar que íbamos a tener cada mañana al despertar.

Por la noche, con nervios y esa pena de la que hablaba antes, fuimos al mini golf y a la heladería de siempre. Podría haber disfrutado en familia de ese rato con una sonrisa recordando cómo eso mismo hacían mis padres los últimos años con sus nietos.

El chico del minigolf y el matrimonio italiano de la heladería no me iban a reconocer, pero estaba segura de que si les mostraba una foto de mis padres, les recordarían enseguida.

Y así fue, ninguno se había olvidado de ellos. Cuatro años no eran nada después de tantos yendo por allí toda la familia. Con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos, les expliqué el porqué de su ausencia los últimos cuatro septiembres. Me expresaron su agradecimiento por habérselo contado y no haber pasado por allí como una clienta más.

Tenía esa necesidad desde que mi padre se fue y aquel año algo quedó en calma dentro de mí.

No fue solo una despedida de su parte del lugar donde siempre habrá un pedacito de él, también fue una parte de mi duelo que estaba pendiente de transitar.

Ahora puedo ir allí sin sufrir. Disfruto reviviendo mis recuerdos y creando otros nuevos con mi familia. 

Será el lugar donde siempre volveré. También allí hay un pedacito de mí. De mi infancia, de mi juventud, de mi madurez. De mi vida.

A mi padre por ser el motor de aquellas vacaciones.

A mi madre por estar siempre a su lado.

A toda la familia por acompañarnos durante aquellos años.

A todos los amigos que también estuvieron por allí alguna vez.

A mi marido por decir sí a todo.

Y a mis hijos, Hugo y Marcos, por vivir cada momento juntos con ilusión y curiosidad.

Gracias por ser parte de mi vida.

🎀🥰

Qué regalo para los sentidos este viaje familiar de verano. Muchas gracias Tamara Gil Alonso por dedicarnos este escrito, tan especial y acogedor, colmado de esencias que se impregnan y avanzan a cada instante en el tiempo.

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