¿Qué tienen los espejos que hacen que recordemos tiempo atrás?
Al mirarnos en el espejo, normalmente pensamos en el pasado y vienen a la mente anécdotas de todo tipo.
Hace 10 años… ¿cómo estábamos? ¿qué vemos en el espejo de nuestros pasados? Sobre esto nos escriben nuestros queridos compañeros en escribelandia.
Aquí están los 5 maravillosos autores participantes en el 6º reto escribelandia.
Con sus escritos nos hacen sentir, reflexionar y superarnos emocionalmente 💚✅🥰
EL ESPEJO: MANUELA ORTIZ
No solía mirarme en el espejo. Y si lo hacía, era para examinar los hallazgos menos oportunos. La piel del abdomen que empieza a perder su batalla con la gravedad, las arrugas incipientes alrededor de los ojos. Ese culo menos prieto que al año anterior y menos resistente a la fatiga.
No me gustaba mirarme, en general. Si acaso, de soslayo. Una mirada fugaz antes de irme a trabajar, un recordatorio de que no había tonificado una mierda después de un intenso entrenamiento; un aluvión de insensateces tales que habrían dejado sin palabras hasta a la malvada Grimelda de Blancanieves.
No me daba placer mi propio reflejo.
No le veía la gracia a eso de aprobarme, de escucharme, de sentirme.
Hace diez años estaba enamorada hasta las trancas. Un amor de esos desorbitados, que arrancan el aire a su paso, de piel y carne y entrañas. No me cuestionaba si tenía una vida que amara. Simplemente me dejaba amar. No planifiqué mucho, no hice malabares sobre mi futuro ni aposté a ninguna carta ganadora. Hacia la mitad de esa década, he de confesarlo, sí comencé a creer en el poder de creer para crear, e inicié una andadura de emprendimiento y empoderamiento que dura hasta la fecha. O casi.
El espejo me dijo, en algunas de las veces en que me atreví a buscar los detalles menos manifiestos, que había cosas que seguía sin resolver. ¡Y me puse manos a la obra!
Sin entrar en pormenores, hoy os diré que un bulto de seis centímetros me tiene amarrada al espejo cada día. No es nada comparado con los casi dos metros cuadrados de superficie de mi piel y, sin embargo, impresiona, porque me ancla a la vida en cada instante. Quizás escriba otro pequeño mundo de reflexiones dentro de diez años. Pero, ¿sabéis qué? Ahora lo que más me interesa es fluir. Conectar con el espejo y con la vida, para no pensar, dentro de una década, que no me atreví a mirarla cara a cara.
EL ESPEJO: MIGUEL ÁNGEL CRUZ
ORGULLOSO
En un principio creí que la vista me jugaba una mala pasada, que no había descansado bien o que seguía soñando. Mi antiguo yo me miraba. Su cara reflejaba extrañeza, y era normal, se estaba viendo diez años más viejo.
—¿Qué has hecho? —me dijo entre horrorizado y asustado—. Veo que sigues aquí. No has cambiado. Creí que prosperaría, que haría algo importante en la vida, pero hemos fracasado. El mismo lugar, el mismo trabajo. ¿Qué sucedió?
Lo cierto era que mi aspecto no era el mejor. Me rasqué la cara y escuché el sonido que produce las uñas contra la barba, ya eran tres días sin afeitarme y las ojeras delataban una noche en vela.
—Fracasar, ¿dices? Estoy orgulloso de lo conseguido. Ya verás, aún no la conoces, pero cuando notes sus regordetas manitas rodear tu cuello, te darás cuenta que no hay nada mejor, que no hay nada más importante en este mundo. El trabajo…, sí, es cierto que no me veía en él, pero dime, dónde encontraría algo que me permitiera tener tiempo para mis pequeños y grandes placeres: como escribir, leer, practicar deporte y lo más importante, la familia. A eso se le llama riqueza espiritual, y es más importante que la material. ¡Ay, querido yo! Créeme cuando te digo que lo hemos hecho muy bien, pero escucha bien, en breve perderás a alguien, no dejes pasar la oportunidad de decirla cuánto la quieres, nunca será suficiente.
—Aita, ¿Con quién hablas?
—Con nadie, hijo, creo que me quedé dormido.
— Ya veo, me parece que te estás haciendo mayor para trasnochar…
EL ESPEJO: INÉS MARÍA TESO CHAMORRO
ECHO LA VISTA ATRÁS
Allí estaba yo. Echo la vista atrás: sueños cumplidos, sueños olvidados, sueños renovados. La experiencia es un grado, así que diez años existenciales dan para mucho. Aprendí a olvidar a quien me olvidó; aprendí a dejar de prestar atención a lo que no me hacía vibrar sin remedio. Saboreé el presente, me reconcilié con el pasado y aquella lejana niña inocente me susurró que volviera a apasionarme por la vida, por mis ilusiones. Aún una década después tiro de la cuerda para rescatarla de que se funda invisible con el océano. Ella me llama, yo la escucho, pero el fuerte oleaje y la brava marea intermitentes me ensordecen sus palabras y me cuesta oírla, mas no ceso en mi empeño. Es mi empresa vital más valiosa.
A veces sí duele el pasado por desear retroceder o por desear que nunca hubiera sucedido. A veces escuece el presente, pero otras es todo un presente. El futuro aterroriza, aunque también cautiva.
Ha sido tiempo de fuertes experiencias vividas, amargas, dulces, agridulces; gente maravillosa que he conocido, otra que me ha decepcionado; grandes enseñanzas he aprendido, «buenos» traumas me han espabilado; decenas de experiencias personales y profesionales he obtenido. A flor de piel se me han escapado las emociones de hiel y miel.
Disfruto de las personas valiosas con más intensidad; aprovecho los buenos momentos, grandes y pequeños, como si se acabara el mundo.
He caído rendida a los pies de rincones mágicos mentales y reales descubriendo y redescubriendo la escritura, la lectura, la práctica fotográfica, la curiosidad por el infinito mundo y sus inexorables exploradores; la visita de pequeños tesoros escondidos en secretos lugares, el buen refugio del juego sano en diferentes formas; la composición y la audición musicales y un largo etcétera.
Al borde del abismo físico, mental, me he situado. En varias ocasiones casi se me esfuma el mundo. Por eso, una decena de primaveras después doy gracias por todas las ilimitadas oportunidades, experiencias, algo menos por los problemas y obstáculos, duros y severos maestros vitales indeseados.
¿Y otros diez años más? El tiempo lo dirá y me lo contará al oído. Entonces yo te lo susurraré a través de las hojas de los árboles gracias al viento.
EL ESPEJO: ALEJANDRA GUBERT DÁVALOS
Nunca me gusto mirarme en el espejo y nunca supe bien el porqué de eso.
He pasado años sin casi mirarme en él, haciendo las cosas en automático para no tener que estar más que un par de minutos frente a él. Desde el lavarme la cara, peinarme o maquillarme, huyo del reflejo del espejo.
Hasta que un día no tuve otra opción que hacerle frente a ese “demonio” y ver qué pasaba.
Pasó que cuando superé el miedo inicial, dio lugar al pánico… pánico porque no reconocía en lo más mínimo el reflejo que me devolvía…
Adonde había quedado el brillo de esos ojos azules como el cielo limpio o grises como días de lluvia en verano…ojos que denotan mis estados de ánimo y sentimientos; esos ojos de niña curiosa, que desarmaba relojes y todo lo que se le ponía enfrente, para saber que tenían dentro y los volvía a armar, la que hacia crucigramas con su bisabuelo en el porche de la casa, la que leía a Mafalda tirada en el piso; donde estaba la adolescente que le hacía frente a su padre en sus momentos de mal humor y que generalmente terminaban inundados de lágrimas al verse sola y sin el apoyo de su madre, que se volvía invisible a las situaciones de violencia… La que seguía leyendo y descubría autores como Agatha Christie o Edgar Allan Poe, Shakespeare, Miguel Hernández o Julio Verne…
Donde quedaron los ojos enamorados, llenos de ilusión por un futuro distinto y nuevo, con la persona que decía amarte infinitamente, que me hizo conocer el mundo, que era mi amigo, confidente y amante y que también lleno mis ojos de lágrimas tanto de felicidad, con la llegada de mis hijos, como de un dolor indescriptible al confirmar su traición más burda…
Ese espejo donde no fui capaz de mirarme cuando en un control de rutina, mi médico pronunció la palabra “Cáncer” y mi mundo se detuvo durante siglos. Ni siquiera lo hice cuando pasó el huracán y los ríos de lágrimas volvieron a ver el sol…seguía petrificada y sin darme la oportunidad de verme en todo sentido.
Donde habían quedado esos ojos que en su momento buscaban a mi madre pidiendo protección y ahora los busca cuando ella ya no está pero que saben que estuviste con ella en sus últimos años, acompañándola y siendo acompañada, entendiendo que ella hizo lo que pudo y que no valía la pena seguir atada a algo que no se podía ya cambiar, a estar con ella en su enfermedad, cuidándola a todas horas y hasta su aliento final… aún busco sus ojos pidiéndole consejo…
Esos ojos y cara, se convirtieron en un perfecto extraño y su reflejo era cruel pero real… reflejan todo aquello que perdí, pero también lo que gané sin darme cuenta en el camino.
Gané no solo años, sino también experiencia. Esa que se te graba a fuego en el alma… Aprendí, a no dejarme avasallar por nadie que levante no solo la voz, a hacer escuchar mi opinión sobre temas que me interesan, sobre todo en lo relacionado a mis hijos y en nuestra forma de relacionarnos, a alejarme de lo que me hacía y hace daño, a lo que no me aporta como ser humano, a llevar en mi corazón a aquellos que ya no están conmigo sean familia, amigos o mascotas… Me hizo fuerte y tener el coraje para ser Yo, la que le diría mi madre el mismo diagnostico años después. Ella perdió la batalla y ahora quiero creer, está en un lugar desde donde nos cuida y guía de alguna manera.
Aprendí a comenzar de nuevo, cuando nadie creía que iba a poder…
Aprendí a hacer las paces con mi pasado, con lo que no puedo ya cambiar y fundamentalmente, sigo aprendiendo a conocer a esta nueva imagen que me refleja cada día de esta nueva etapa de mi vida y con muchos sueños por delante…
Aprendí, que el reflejo no era mi enemigo, sino yo misma…esa niña, joven, mujer, amante, madre, amiga… y que nunca debemos de dejar de mirarnos en nuestro espejo, ya que nadie más que su reflejo para decirnos, Vamos, adelante, Tú puedes!
En esta década, viví situaciones que nunca me hubiese imaginado y estaba negada a ver el espejo de mi vida.
EL ESPEJO: SILVIA GONZALO ZAMORA
El Espejo Mágico
Aquel día salió a pasear, hacía demasiado que no desconectaba y su cuerpo le pedía espacio, aire …Así que se dirigió hacia el camino en la montaña de la Cruz, al lado del lago…Jugó un buen rato tirando piedras, imaginando con los círculos, el sonido, tal como antaño.
De repente se percató de que su rostro se reflejaba en el agua como si de un espejo se tratara, se sentó en la orilla, entrecerró sus ojos y recordó sonriendo.
En su mente se agolpaban recuerdos y sueños, pero en ella quedaron grabados esos días en Madrid, en aquel pequeño piso que ja había visto en sueños, todo fue igual que en la realidad y volvió a soñar parte de aquellas experiencias vividas.
Vivió un sueño, envuelto de realidad, fantasía, de tristezas, risas, confusión e ilusión.
De repente oyó su voz otra vez.
Me necesitas, afirmó él dirigiéndose a ella.
Ella lo miró desafiante. Y justo en ese momento mágico para ella, apareció el espejo.
Solo se veía a ella, él ya no estaba, el espejo le hablaba.
Justo por eso estaba allí, ya no era aquella jovencita que se dejaba llevar, para recordar que era independiente, segura de sus decisiones, sabía lo que quería y a quién en su camino.
Tenía muchos valores, respeto, empatía, responsabilidad, solidaridad, voluntad, honestidad, compasión, amor, perdón, gratitud…
Para nada le necesitaba, se confundió y era al revés, él necesitaba de ella.
Dejé el pasado y vivía el presente con ilusión, nuevos sueños y proyectos.
Él resultó ser todo lo contrario, aquella red que les había cruzado en el camino y que ella fue quién le conoció y descubrió su oscura verdad, llevaba siempre una máscara, escondiéndose de sus miedos del pasado, superfluo, charlatán y vendedor de humos, no creía en él y para sentirse mejor daba consejos que nadie le pedía, creyéndose imprescindible, se hacía el interesante, el intelectual que todo sabe, pero siempre hablando de su pasado, allá donde había quedado atrapado.
Ella al verse en el espejo, no creyó ni una de sus palabras hirientes y prosiguió su camino.
Se conocía muy bien y sabía lo que quería.
La vida es nuestra, el camino a elegir también; con errores, aciertos, sueños , alegrías y tristezas.
Siempre podremos ver nuestra esencia, valores y crecimiento en cualquier lado, en cualquier persona existe un espejo, él nos acabará de confirmar todo aquello que nos falta y disfrutarás de una maravillosa conversación jugando con la verdad y el reflejo del espejo mágico.
Sonríe a la vida y la vida te sonreirá. La Magia está en nosotros.
Muchísimas gracias a todos por brindarnos estos fantásticos relatos con tantas emociones. Es un placer leeros y compartirlo con total mimo 😉
Gracias por hacernos saber que los espejos tienen encantos diversos y trasladan en el tiempo con total sutileza.
Atentos quedamos tras las 5 lecturas y muy agradecidos. Siempre reflexionando y disfrutando con cada autor/a. ✅🤓🥰
Abrazos lectores en la tierra de la escritura 🤗🌍💚