7º relato recibido de Víctor Roura Batllori para el 4º reto de escribelandia

Llega la noche estando de camping y no puedo dejar de pensar en lo que él me explicó, “Eres una estrella y tu destino es brillar” cómo es posible que nadie lo sepa, como es posible que el mundo sea así.

Miro al cielo casi nocturno, inspiro profundamente y viéndolas a ellas, como asoman en el contraste infinito del fondo, asumo su composición como la misma que me forma a mí y me siento conectado, de una manera que jamás experimenté hasta que adquirí un conocimiento tan sencillo y simple como sublime y esperanzador. Sintiéndome relajado, sereno y bien instalado repaso mi llegada a este punto. Abandono por un momento los pensamientos causantes, que han impulsado este viaje y que me rondan la cabeza desde mí, “reconocerme” y repaso mentalmente, esbozando una tierna sonrisa, el trayecto cambiante que experimentamos desde las ventanillas de nuestro vehículo.

A primera hora de la mañana, nos subimos a una caravana ya previamente equipada el día anterior. De apoco, fuimos pasando de la dureza en tonos grisáceos del hormigón, la frialdad y nula privacidad del vidrio o las interminables señales puestas para guiarnos a todos por senderos de rectitud y poca, por no decir nada, libertad de movimientos a nuevos parajes por descubrir. Acercándonos al destino en cada giro de rueda, las señales menguaban y eran sustituidas por chispas de vacío, donde el hombre todavía no había intervenido. La carretera pasó de rectas interminables a sinuosas curvas para respetar el contorno de las montañas que íbamos observando ávidamente.

El paisaje que nos había tocado ver por el camino, fue con la compañía de unas nubes blancas, y muchos claros azul celeste por donde la luz traspasaba con rayos marcados. Se fue iluminando todavía más a medida que avanzábamos y retrocedía el sol a nuestras espaldas, menudo paisaje, que bonito, íbamos exclamando. Cada vez más cerca del Destino, la falsa oscuridad crecía y las estrellas empezaban a brillar con más intensidad, será una noche clara pensé, quien dijo que la noche fuera oscura.

Nuestra llegada fue triunfal, después de un viaje tan embriagador, estábamos felices y la conexión era muy amable con todos los que nos atendieron y nos guiaron para acampar. El camping del destino, he de reconocer, que fue una grata sorpresa. La situación no podría gustarnos más, cada parcela perfectamente señalada, con todos los servicios a nuestro alcance, luz, agua y la querida caravana de mi hermano David, que vio más mundo que Willy Fox.

Una vez instalados nos dispusimos a pasar la primera noche de 5. Daría, mi esposa y compañera alquímica, con la que compartimos un 50% en la creación amorosa de nuestra hija Kali y yo, el que piensa y escribe esta historia. Estuvimos rodeados de un regalo para mí, que viene con envoltorio, con dibujos de una naturaleza vibrante y espectacular. Al principio se resistía hacer un viaje de aventura, con la niña, en caravana y de tantos días, viajando siempre por tierra y por parajes donde el “ser” sea poco reconocido. Además, para acabarlo de aliñar, siempre hemos hecho viajes más programados, hotel, playa, seguridad y guía turístico, ella es más urbanita. Le pedí, que necesitaba tranquilidad, paz y contemplar aquello que es natural, aquello que crece sin ayuda, sin control, por amistad y amor, cedió. Y aquí estamos, ahora mismo, en este maravilloso camping. A punto de cenar, asumiendo que tal vez no fue tan mala idea, empezar este viaje.

La localización de éste es en los bosques del norte y nos convenció a todos con sus árboles, sus mil flores, animales e insectos. Bañado, por las nieves invernales ahora deshaciéndose por el calor, que forman un gran rio de bañeras naturales e interminables cascadas. Al subir por la carretera de camino a destino, vimos su color de un azul verdoso y su agua es la más transparente que recordamos. Todos dijimos, que maravilla será ir a bañarnos en él.

Mi mujer y yo estábamos maravillados, pero Kali estaba exultante y feliz de ver tantos colores y cosas sin domesticar y su respiración empañaba el vidrio por el que observaba todo. Me gustaba verla radiante, sus ojos inocentes eran incapaces todavía de comprender, lo que la vida estaba por depararle. La inocencia de Kali era el mejor obsequio que ella nos podía dar, recordándonos aquello que una vez fuimos y que aun hoy, sigue impreso y un poco más en el fondo, ocultado al resto y sin poder salir en la mayoría de nuestras situaciones cotidianas.

Niños. Cenando, comentábamos entre los tres, esto y aquello que nos llamó la atención. Casi en paralelo a los comentarios de mis 2 aliadas, recordaba que me hizo dejar las comodidades, seguras y organizadas de nuestros anteriores viajes e iniciar una en caravana, de camping en camping, que duraría exactamente 40 días. Era la conexión, así es, conexión interna con lo que lleva millones de años siendo, nuestra tierra, contenedora audaz y firme del líquido más maravilloso llamado agua, sus animales, su vegetación, su cielo y todo su entorno próximo e infinito, pero también con mi mujer escogida, nuestra amada hija y todos los demás seres humanos.

La vida en ciudad es agotadora, horarios y más horarios, todo bien calculado para llegar hacer todo aquello que debes. Unos trabajos, con dificultades, con gratificaciones, con beneficios solo para pagar ese nivel de vida que nos obliga cada mañana a seguir con el mismo patrón, los tres teníamos nuestros respectivos trabajos, Daría y yo nos ocupábamos de la economía, conseguirla, para pagar todo y podernos permitir ciertas comodidades y Kali de sacar un buen rendimiento escolar y de jugar, de jugar mucho. Pero, mi esposa y yo estábamos conectados al móvil, a la televisión, a las noticias, a las subidas y bajadas, haciendo siempre cosas una y otra vez y la desconexión inconsciente se fue implantando y separándonos sin darnos cuenta, vivíamos felices, pero en piloto automático, como la gran mayoría, bien posicionados y sin problemas financieros, eso sí, no podíamos parar, no podíamos conectarnos y desde que me sucedió, puedo expresarme así, antes ni siquiera era consciente.

Decidí con el conocimiento que adquirí, del libro viaje, que un amigo íntimo me recomendó, después de preguntarle ¿qué es lo que tomas? por el buen aspecto que tenía, empezar a brillar, empezar la conexión conmigo y con mi entorno. No puedo explicarles, ni siquiera a mi familia, el motivo real por lo que promoví este viaje, les dije que es por estrés, por necesidad, por experimentar todos juntos algo nuevo. Y no les engañé, me siento renovado, nuevo, me siento por primera vez libre, aunque perciba, que mi entorno, no lo es y que seré condicionado por las cadenas del resto, no lo sufro, no lo condeno, no lo juzgo, solo lo respeto, con la clara convicción que algún día, todos estaremos, donde yo me encuentro ahora, donde muchos ya están.

En realidad, mi estrategia es entender el vínculo con lo que es natural. Cuando acepté que soy, que son los demás y que hacemos en realidad todos aquí, comprendí que brillar solo me correspondía a mí. Mi intención y mi destino es vincularme sanamente a partir de ahora con mi mujer y mi hija, con mi familia de la cual provengo, amigos, conocidos, enemigos y el mundo en su forma y sentir.

Cenando con ellas, sé, que todo depende de mí conexión y por primera vez, estoy dispuesto a honrar mi vida y los que forman parte de ella. Una vez recogida la mesa, lavados los platos, una vez leído el cuento a nuestra hija para que tuviera plácidos y confortables sueños, abracé a mi mujer, su corazón y el mío se juntaron más allá de un tiempo controlado, la fusión y la fisión se entrelazaron en un reconocimiento de nuestro trayecto juntos, una sonrisa tierna se esbozó en mi cara y en la suya y quedamos para encontrarnos más tarde y disfrutar mutuamente. Le dije, guiñándole un ojo, voy a decirle buenas noches a las estrellas, enseguida vengo.

Y aquí estoy mirando un cielo, casi nocturno, sintiendo una felicidad interna propia, que pronto se expresará en todas las facetas de mi vida. Solo deseo en estos momentos de presencia íntima con la naturaleza, aquí y ahora, agradecer que Llega la noche estando de camping y que, a partir de este momento, sé que será un precioso viaje, consciente y con sentido de aprendizaje, donde el destino final será, la aceptación del amor que di doy y daré y el que recibiré de forma directa e indirecta, antes que mi dulce muerte, me lleve de vuelta a la fuente de la cual provengo.

Ahora sé que este viaje valdrá la pena, que aprenderé de los demás y podré aportar para que estos también lo hagan, si es su menester. Disculparme, pero voy a encontrarme con mi opuesta y debo despedirme aquí, de cada una de vosotras, mis amadas y queridas estrellas.

Buenas y luminosas noches.


Muchísimas gracias por tu relato Víctor Roura Batllori , es un viaje para escribir un libro maravilloso.

Es una forma de ver la esencia más pura al relacionarnos con la Naturaleza ✅💚🌍🥰 y con quienes nos aman.

Gracias por estrenarte con este 4º reto y aportarnos tu LUZ 🌟✅😍

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