6º relato recibido de Cornelia Ilie para el 4º reto de escribelandia

Llega la noche estando de camping… Un encuentro peculiar. No era la primera vez que Mario iba de acampada solo. Le encantaba poder estar en la naturaleza, acampar donde se sintiera seguro y encontrar la paz. Prefería la montaña por el silencio, el canto de los pájaros, pero especialmente por poder estar solo y reencontrarse, escuchar sus propios pensamientos que muchas veces el ruido de la ciudad lo estaba apagando.

Era la tarde de un hermoso día de verano y tras un largo viaje estaba muy contento de haber encontrado un oasis de tranquilidad en lo alto de la montaña para poder montar su tienda de campaña. Menos mal que por estos lugares podía seguir haciéndolo sin que las autoridades aparezcan para llamarle la atención. Pensaba quedarse unos días y se había traído suficiente comida como para no tener que viajar ni trabajar mucho el tiempo que estaría aquí. Le gustaba el lugar porque no había casi nadie alrededor, el aire de la montaña era fresco por la altura en la que estaba y solo se escuchaba el sonido de la brisa y del rio que estaba un poco más abajo. Además, estando aquí arriba se podía olvidar del calor abrasador de la ciudad. El sol todavía estaba bastante alto como para que le dé tiempo a montar la tienda y ponerse cómodo hasta que llegue la noche. Sacó la tienda del coche, la montó al lado de este, se preparó el colchón para la noche y se quedó leyendo al lado de la hoguera hasta bien entrada la noche. A medida que iban pasando las horas estaba más convencido de que había hecho muy bien en venir aquí porque estas horas de tranquilidad que podía pasar solo no tenían precio… Cansado por el viaje y por el trabajo de toda la semana, se metió en la tienda, cerró las cremalleras para que no pasase frio y se quedó dormido como un tronco.

No sabría decir cuantas horas habían pasado o qué hora era cuando de repente escuchó unos ruidos extraños que parecían que venían de muy cerca de donde estaba su tienda. Al abrir los ojos se dio cuenta que era de día, pero no tenía ni idea si era temprano o no tanto. Además, el teléfono se había quedado sin batería porque se le había olvidado ponerlo a cargar la noche anterior. Los ruidos eran como si algo o alguien estuviera buscando algo o estaba moviendo lo que había fuera: la bolsa de basura, la leña donde había hecho el fuego, algunas latas que se habían quedado por allí… Por unos instantes Mario se quedó pensando si debería ir a ver quién es o quedarse quieto como si nada. La verdad es que no sabía muy bien que debería hacer en este tipo de situaciones.

Estaba recordando otras excursiones que había hecho en grupo, lo bien que se lo pasaban y todas las cosas divertidas que llegaban a hacer, pero nunca antes le había pasado algo similar. La preocupación era más grande aun sabiendo que está solo y que en la tienda solo tenía lo básico para que no le roben y para pasar la noche. Un poco desorientado (por estar todavía medio dormido y porque no sabía realmente que se puede encontrar) decidió intentar abrir la cremallera de la tienda de campaña para echar un vistazo a quién o qué podría causar esos ruidos. Empezó a abrirla despacio y por unos instantes parecía que no había nada que estuviera cerca para que lo pudiera ver. Sin embargo, seguía escuchando ruido y movimientos. De repente un oso inmenso apareció justo en frente de la entrada a su tienda y sacó un rugido de esos que hacen que te hiele la sangre por muy fuerte que seas. Estaban cara a cara y Mario pudo sentir el mal olor que desprendía el abrir de boca del oso. Se quedó inmóvil por el susto y también por recordar que si te encuentras con un oso tienes que molestarle lo menos posible si quieres que no te haga daño. Solo estaba pensando en que debería hacer para que no le pase nada. Por suerte, el oso le miró unos segundos y luego decidió volver al bosque. Le dio la espalda y empezó a caminar despacio hacía la zona de árboles que estaba cerca de allí. Unos minutos después de este encuentro Mario no pudo moverse por el susto. No todos los días te encuentras cara a cara con un oso. Pasado un tiempo, el joven volvió en sí y dio las gracias que solo había sido un susto y que seguía con vida. Luego salió a comprobar que todo estaba en orden alrededor de la tienda y que el coche seguía allí entero. No sabría decirte si había decidido quedarse todos los días que quería o no… A veces estar solo en la naturaleza 🏞 supone enfrentarte a peligros o desafíos con los que no cuentas cuando haces los planes de encontrar la calma…


Muchas gracias Cornelia Ilie por adentrarnos en el bosque y descubrir lo inesperado 😉 Te agradecemos tu primer escrito en escribelandia y esperamos que sea el inicio de tu arte escribiendo junto a nosotros.

Muchas gracias a todos por acompañarnos con la lectura y siempre con cariño os deseamos lo mejor en cada momento 🥰

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