Desde muy joven comenzó a trabajar en el campo. Ayudaba a su familia a sacar adelante las plantaciones de cereales. Nunca abandonó la escuela y su espíritu emprendedor ganó terreno optando ya en la adolescencia por compaginar las largas jornadas de sol a sol, con los estudios. No quería conformarse con ese futuro tan esperado.
Llegó el amor. Fue una unión tan fuerte que ni las horas de trabajo físico, ni las largas noches de estudio pudieron separarles. Pasaban horas y horas juntos, de la mano, sin rumbo. Acompañados por sus conversaciones infinitas sobre la vida y su futuro en común.
Tras años de mucho esfuerzo entre formación y trabajo, unió fuerzas con su gran amigo y sin grandes pretensiones, llegaron a ser la referencia del sector en la zona. Se convertía así, en un empresario de éxito en el pueblo.
Sus dos pequeños crecían felices con la dedicación plena de Esperanza. Al llegar a casa, Miguel siempre se tiraba un rato al suelo a jugar con ellos y dejaba así a un lado todas las horas del día que llevaba a la espalda. Ella aprovechaba ese momento para tener un rato de soledad en el salón.
Una vida de constancia y mucha dedicación.
Sus hijos, guiados por los valores de la familia, quisieron probar suerte e hicieron su vida en otra provincia.
De nuevo, volvían a ser dos. Esa pareja que brillaba allá por donde iba. Su complicidad se podía sentir en las miradas y tímidos besos que nunca dejaron de darse.
Los años pasaban y la vida seguía su camino. Trabajo, familia y mucho amor.
Llegó su primer nieto. Siempre que podían, se escapaban el fin de semana para disfrutar de él y pasar unos días con sus dos hijos que vivían en la misma ciudad.
Ambos, ansiaban el momento en el que Miguel pudiera dejar la empresa a cargo de su amigo que era unos años menor que él. Aunque finalmente se alargó más de lo esperado, llegó el día.
Por fin pudieron hacer ese viaje que tanto habían planeado desde que se conocieron. Argentina era su sueño hecho realidad y la mejor manera de empezar esa merecida jubilación tras una vida de mucho éxito, pero también mucho sacrificio.
Con la llegada de su segundo nieto, volvieron a ser más habituales los encuentros de toda la familia. Pasaban fines de semana todos juntos en los que las horas pasaban volando.
Al regresar a Madrid, Esperanza sentía que algo estaba cambiando en él. A veces le veía ausente. Algunos días incluso, ya no la abrazaba al irse a dormir. No quiso darle mayor importancia y lo dejó estar.
Ella era feliz a su lado. Se sentía la mujer más querida incluso con el paso de los años.
Un par de años después de aquel viaje, el diagnóstico médico confirmó lo que Esperanza venía observando y pudo entender lo que estaba sucediendo.
El sentido de su vida en común, cambiaba de forma inesperada, no tanto para ella, como para el resto de la familia.
Aquel día, estaba la puerta del baño entreabierta y observó como Miguel se estaba extendiendo la pasta de dientes por la cara como primer paso de su afeitado diario. Esperanza entró con la elegancia que la caracterizaba y dedicándole una sonrisa, le limpió y le afeitó mientras una lágrima deslizaba por su mejilla.
Poco a poco, aunque más rápido de lo esperado, el Alzheimer tomaba el control de su vida.
Así comenzaba la segunda parte de la historia de amor entre Miguel y Esperanza. Mientras ella se aferraba cada día a ese sentimiento tan puro, Miguel, sin saberlo, se desprendía como él solía decir, del AMOR DE SU VIDA.
Agradecemos este bello relato que da visibilidad y presencia a quienes comparten nuestra vida en pareja.
No hay obstáculos que frenen el Amor más puro 🥰
Muchas gracias Tamara por unirte a escribelandia y compartir junto a nosotros esta amorosa esencia de vidas en forma de relato tierno y cercano.
Visibilizar un problema como el Alzheimer es justo y necesario. Que los recuerdos se borren, no quiere decir que la persona no exista. Dediquemos atenciones, mimos, besos y abrazos a la persona enferma y tb a quien le cuida, ambos lo necesitan. Buen relato. Gracias.
Muchas gracias Rufino. Hasta que alguien no lo vive de cerca, muchas veces no somos conscientes de lo que supone para el entorno esta enfermedad.
Ufff se me ha encogido el corazón. En qué pocas palabras has conseguido emocionarme, carajo.
Qué bonito es emocionarse con una lectura. Muchas gracias por hacerlo y compartirlo con mi relato, Iñaki. Un abrazo
Tamara, me he emocionado de principio a fin!!!
Bonita la historia y bonito el mensaje. El amor así no entiende de enfermedades…
Te has estrenado con un listón muy alto. Enhorabuena!!!!
Muchas gracias por tus palabras, Miriam. Me siento muy agradecida de corazón.
Maravilloso relato que ensalza el amor verdadero. No conoce de edades y condiciones. Enhorabuena y bienvenida, Tamara.👏👏
Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo compañera.
Qué bonita relación de amor puro que lo puede todo Tamara, incluso en la enfermedad no cesa esa dedicación.
Gracias por escribirlo y compartirlo, bienvenida a Escribelandia!!
Muchas gracias a ti por tus palabras, mi querida Ana.
Precioso relato
Hermoso, sencillamente, hermoso.
Gracias por escribirlo y gracias a su protagonista por compartirlo.
Gracias a ti, Jeniffer. Me alegro de que te haya gustado.
Tu relato tiene alma, Tamara. He disfrutado mucho con la historia de amor de Miguel y Esperanza. Navegando por su vida entera, he sentido emoción, admiración y ternura, viendo como afrontan juntos las adversidades, con su AMOR incondicional. Me ha sabido a poco, amiga 😉