Se abre el telón: aparece una mujer de cabellos color fuego. Se llama Sandra. Sueña con ser actriz de teatro. Por eso ha alquilado el espacio durante un año todos los viernes por la noche durante una hora. De doce a una de la mañana acude una vez por semana religiosamente. Es su pasión. Nada la detendrá. Desde los cinco años ya conoce su aire: el teatro. Sin él se le corta la respiración y necesita vivirlo, aunque sólo sea gratis, y tanto:
—Muero, vivo, muero. Desdichada de mí. Maldito el padre que me vio nacer. Bendita mi madre que lo soportó. Maldita ella que jamás me amó. Muero, vivo, muero.
No suena un alma. No truenan aplausos, no se escapan lágrimas o risas. Nunca, jamás. Mas es su pasión.
El próximo viernes representa una comedia escrita por ella misma. No sólo es actriz; es una fascinante escritora y todas las obras son suyas. Todo el atrezzo, luminotecnia, sonido, vestuario… Es una Artista en mayúsculas, pues se ocupa de todo. Asume cualquier papel cual camaleón, de ahí su nombre. ¿O sería al revés, por un curioso sortilegio…?
Todo comenzó un uno de enero. Fue un propósito de Año Nuevo. Mejor dicho: el Propósito de Año Nuevo. Sólo prometió uno. Quería dedicarse en cuerpo y alma.
En enero cada viernes interpretaría drama y tragedia; en febrero, comedia; en marzo, fantasía; en abril, tragicomedia; en mayo, un musical; en junio, una de terror. Cuarenta y ocho obras en un año escritas, representadas y producidas: nada mal para una “amateur” sin formación ni experiencia más allá de algunas obrillas escolares en su más tierna infancia.
Era abril. Era viernes. Eran las doce de la noche y allí estaba puntual:
—¿Cómo es que partís tan pronto?
—Porque si parto las nueces tan tarde se quejará el vecindario.
—¿Qué sentís, amada mía?
—Pues que me congelo.
—Muero de amor por vos.
—Avisadme para asistir a vuestro funeral.
—No respiro… —El amado fallece.
—¡Oh, no! ¡Ahora siento frío, mas también congoja…, y tedio! ¡Me tocará asistir a su funeral! ¡Se lo prometí a mi prometido! ¡Porras!
—llora desconsoladamente.
FIN
—¡Braaavooo! —se oye en la calle. Sandra se queda extrañada. A esas horas… ese día… ese mes… Es extraño… Parecen voces tempranas…
—¡Gracias, público! —Aunque contrariada, las formas de actriz son prioritarias. Se debe a sus inusuales espectadores. Agrega la reverencia de protocolo.
El mes siguiente aumentan las voces. Y el siguiente. Y el siguiente. Y el siguiente.
Es septiembre. El clima es templado: ni frío ni calor. Ya lleva más de medio año practicado de largo.
Primer viernes; toca una obra misteriosa:
—¿Quién anda ahí? ¿Eres el asesino? —Sandra sabe que suena absurdo, pero que también es un clásico del género y le gusta aderezarlo con tópicos aparte de darle su toque personal.
El asesino dispara a la víctima y cae herida de muerte.
FIN
—¡Viva Sandra!
—¡Viva!
Nota que es una muchedumbre muy nutrida.
—¡Gracias, público! —regala una sentida reverencia.
Se va a asomar y cientos de personas se agolpan a las puertas.
—¿Cuánto cuesta la entrada? —preguntan muchos.
—No, si yo, es por ensayar. Es que me encanta… —les replica.
Lo que no sabe es que esos jóvenes espectadores que la acompañaban semanalmente y mes tras mes son huérfanos; han hablado con el ayuntamiento desde febrero con el fin de comprar la propiedad para Sandra y contratarla para que produzca sus obras todos los viernes y asista el público. Le surca un mar de lágrimas de alegría y abraza a sus tiernos admiradores.
—Sois y seréis mi verdadero público —les confiesa embargada por la emoción y les obsequia con un abrasador abrazo.
Se vuelve una grandísima actriz y nunca abandona el pueblo aunque le lluevan ofertas de la capital. Además todas sus funciones siempre son gratuitas para su público predilecto: los niños.
Ha cumplido su sueño: actriz de teatro, antes a puerta cerrada; ahora, a puerta abierta.
Se cierra el telón.
FIN
“Se abre el telón”, de Ines María, me llena de emoción, me recuerda tanto talento en busca de una ocasión y el agradecimiento infinito de su público. Cuán mejor sería la Sociedad, con escucha y emoción, dando posibilidades a tod@s sin condición. Un calor humano que hemos de avivar. Una brasa que hemos de atizar, desde el corazón y la Solidaridad. Gracias.
😃Muchísimas gracias a ti, Rufino. Es cierto: todo el mundo encierra un gran talento por descubrir o incluso descubrirse y esta idea me inspiró mucho para mi relato. Guardemos la esperanza de que se irá escuchando más el talento. Un abrazo grande, amigo.😉
Maravilloso relato! Me ha encantado 🤗 Enhorabuena Inés, que la fantasía siga recorriendo tus dedos!!
¡Me alegro mucho, Raquel! ¡Muchas gracias! ¡Un abrazo!😉
¡Me alegro mucho, Raquel! ¡Muchas gracias! ¡Un abrazo!😉