UNA REGLA, por Silvia Tolosa López

“Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre”, Jean-Jacques Rousseau.

Iván tiene 6 años recién cumplidos, y solo un papa. Su mama se fue cuando todavía no hablaba, y casi no la recuerda. Sabe que tenía el pelo largo y castaño porque la ve en fotos. Y que le gustaban los animales, porque le han dicho que era veterinaria. Y los veterinarios quieren a los animales porque cuidan de su salud. Y también sabe que tenía los ojos más bonitos del mundo. Y que cuando se fue su papa se quedó muy triste.

  • ¡Mi mamá tenía ráfagas verdes en los ojos que explotaban a los lados hacia afuera en azul…! –explicaba Iván– ¡Sus ojos eran azul con verde!  ¿Y los míos de qué color son Bea?
  •  Son del color del ámbar –dijo la monitora del comedor-
  •  ¿Del color del hambre? –preguntó Iván-  ¿Qué color es ese?
  • ¡Nooo…! ¡Del color del ámbar, no del hambre! –rio la monitora- El ámbar es parecido a una piedra de color miel ¡Y ese es el color de tus ojos Iván!
  • ¡No me gusta la miel! –se enfadó Iván-
  • Pues…. ¡Ojos color ‘kikos’! –dijo rápidamente la monitora- ¿Te gustan los ’kikos’ Iván?
  • ¡Siiiiii!  -contestó el pequeño- y a mi papa, también
  • ¡Te gustan mucho! ¿eh?  -decía Bea- Te ha cambiado hasta la voz…

Iván no recuerda la voz de su mama…. Tampoco recuerda a que jugaban, ni sus caricias, ni el color de sus mimos ¡Porque el cariño es de colores!  Y es que el amor puede ser de tantos tipos y colores como la paleta de los pintores o como el mismísimo Arco Iris.

Por eso en la vida de Iván los tonos del cariño tienen distintos recuerdos para él:

El blanco le lleva a los Hospitales donde unos señores y señoras se limpian muy bien y muchas, muchas, muchas veces las manos para sanar a los demás o al menos dulcificar la enfermedad

El azul le hace flotar en el caliente mar mediterráneo en agosto mientras las olas serenas, tranquilas y fieles como los verdaderos amigos durante el resto de nuestras vidas, nos mecen hacia la orilla de nuestro destino

El verde hace que respire el penetrante olor a pino del bosque donde va de excursión y crece arropado por la Naturaleza al menos una vez al mes cuando papá puede organizar la salida

El amarillo hace que grite de alegría abrazado a sus amigos ganadores al marcar un gol en el partido

El rojo es el color que Iván tiene por dentro cada vez que se enfada y la rabia le atasca el corazón. Es el color de la sangre caliente que todos llevamos en nuestras venas, porque todos tenemos ese color por dentro

El púrpura es el color que a Iván más le gusta… Porque su mamá tenía muchas cosas de ese color: un pañuelo del cuello, un jersey, una pulsera, una carpeta, un bolígrafo, sus gafas…

El rosa es el color más pegajoso y dulce que Iván sintió al comer por primera vez algodón de azúcar de fresa en la Feria de su pueblo o cuando tío Luis le compra chicles de sabor fresa

🤍

El gris como el color de la tenacidad y la constancia imparables. Es el color del cariño neutro e incondicional como el del perro hacia su dueño para siempre. Rufus es de color gris y es la mascota de Iván

El negro como el color de la formalidad, la seriedad y la responsabilidad. Es el color de la elegancia dice la abuelita Elena

Hoy Iván usó todos los colores que pudo para pintar un dibujo de su familia. En el dibujo salía su mamá, su papá, Rufus y él… Y mientras lo terminaba llegó su papá y se convirtió en el momento más emocionante del día.

  • ¡Papa!, ¡Papa! … -grito Iván y corrió hacia su padre con los brazos hacia arriba rodeando las piernas del padre y dándole el mejor abrazo de bienvenida que su padre pudiera imaginar-. ¡Llegado, llegado. llegado…!
  • ¿Qué tal “chico”? -dijo el padre cogiéndole en brazos- ¿Fue bien el día, y el cole, jugaste mucho?
  • ¡No papa!… No jugado… –contestó Iván serio- ¡Buf!, ¡Solo comido y malo! ¡Muy malo! ¡Súper malo…!
  • ¿Qué solo has comido? ¿Y eso? –dijo el padre riendo- ¡El ‘cole’ debe ser solo un Restaurante! ¿no? ¿Y era malo? ¿Qué has comido?
  • ¡No sé! ¡No me acuerdo! -contesto Iván- ¿Y tú que comiste?
  • ¡Ja, ja, ja! -reía el padre- pues no me acuerdo tampoco

Todas las noches después de cenar, Iván cogía la mano de su padre y ya no la soltaba hasta quedarse dormido  ¡No quería que su papa se fuera nunca!

  • Iván, suéltame –se enfadaba el padre- ¡tengo que lavarme los dientes!
  • Rápido lávalos y pones tu mano en mi mano, ¿vale? –susurraba implorante Iván cogiendo las piernas empijamadas del padre-
  • Bueeeeno… pero ¿cuándo dormirás solo Iván? –interrogaba el padre-
  • Cuando mama vuelva, así no estaremos solos ninguno –decía Iván-
  • Pero mamá no volverá Iván… Además, ¿qué quiere decir “ninguno”? –interrogaba el padre- ¿Qué quieres decir?
  • ¡Sí! Porque tu dormirás con mama,  y yo con Pepo mi muñeco –contestaba Iván contento-
  • Ah, claro! ¡Que duermes conmigo para que yo no este solo! –pensaba en voz alta el padre cambiando el tema-
  • ¡Siiii!  -afirmaba el pequeño- ¡Eso!
  • ¡Qué bueno…! ¡Vamos tira a dormir….! – decía el padre- ¡Que ya veremos quien acompaña a quien…!

Al día siguiente el padre se iba a trabajar e Iván se quedaba desayunando en casa con la canguro, que lo llevaba a la escuela y que por la tarde lo recogía.

  • ¡Mi mama vendrá a recogerme hoy a la escuela! –decía Iván rotundo casi todas las mañanas- Y no hace falta que vengas a buscarme
  • Iván vendré a buscarte… –contestaba cariñosamente su canguro-Iván tu mama se fue al cielo  y no puede venir
  • ¡Me importa!  -exclamaba el pequeño enfadado sorbiendo la leche entre lágrimas-  ¡Ella vendrá estoy seguro!
  • ¿Cómo dices eso? –preguntaba la canguro-
  • ¡Porque me quiere! – gritaba enfadado el pequeño-
  • No te enfades Iván –decía la canguro-
  • No me enfado –gritaba el pequeño- Es que no quieres oírme …
  • ¡Vale Iván! –cortaba la canguro- No quiero pelear. ¡Pelear solo sirve para sentir más enfado! Y eso no hará que venga tu mama…
  • ¿Cómo qué no? – arremetía Iván- Ella ahora está “ocupada”, pero vendrá… ¡Ella me quiere!
  • ¡Claro que te quiere! Pero no puede venir porque se fue al cielo –insistía la canguro-
  • ¿Y qué pasa? ¿Es que del cielo no se vuelve? –preguntaba impaciente Iván-
  • Me temo que no Iván… ¡Lo siento!  -y la canguro abrazaba al niño-
  • ¡Pues si ella no viene iré yo a buscarla! -lloraba Iván zafándose de la chica-
  • ¿Y dejarás solo a tu papa? – preguntaba la canguro-

Entonces Iván se quedaba callado y pensativo. No quería dejar a su papa, pero quería ir con su mama…  ¡La echaba tanto, tanto, tantísimo de menos!… Y la angustia inundaba el pecho de tal forma que el dolor paraba el corazón, aún sin saberlo en ese momento. Y ese dolor es de ese tipo que se esconde del ser humano, para olvidar que la vida se siente a través del corazón, que un día se paró. Y nunca se cuenta porque entonces el dolor aumenta. Pero hay que decirlo a ser posible en voz alta para que deje de doler tanto.

Iván  echaba en falta sobre todo los ojos de su mamá, que le miraban incluso cuando dormían.  ¡Nadie miraba a Iván nunca de ese modo! Ni siquiera la abuelita. El recordaba el calor de sus ojos. ¡Nada podía pasar si los ojos de mama le miraban! ¡Todo era perfecto si mama estaba mirándolo! Y nada malo podía suceder.

Y ahora, ¡no podía decidir por quedarse con su papa o por ir a buscar a su mama! Eso era imposible de decidir ¡Eran los tres o ninguno!… Y no sabía cómo podían estar ahora los tres juntos otra vez.  No entendía porque ahora sólo estaban dos…  Y 2 no es igual a 3. La Seño Laura le enseñaba los números y le dijo que 2 no es 3. E Iván no podía solucionar ese problema más que matemático. Solo quería muy dentro, muy dentro de sí que el dolor de su pecho se fuera y dejar de sentir en su cabeza las gotas de la lluvia de la añoranza. Porque él solo quería que su mama le mirara otra vez ¡Nada más! ¡Solo eso! Y que su papa estuviera feliz. Tal vez si él era feliz su papa volvería a serlo.

Con el tiempo Iván creció y entendió que todos morimos algún día. Supo  que “todo lo que vive, muere físicamente algún día”. Que es una ley de la naturaleza. ‘¡Ley de vida!’ –lo llama la yaya-abuelita de Iván-. Aunque eso no significa que su recuerdo se muera. Y aunque necesitaba volver a ver a su mamá y que todo volviera a ser como era antes de su entierro  Iván entendió que su mama no volvería, porque en el fondo nunca se fue… Porque siempre estuvo y estará a su lado. Porque su mama está en el cielo que Iván tiene en su corazón ¡Porque todo el mundo lleva el cielo en su corazón! Y allí se quedaría su mamá para siempre jamás ¡Y que nunca, nunca, nunca le dejaría solo! Y así un día  Iván por fin entendió que su mama siempre estaría con él. Solo tenía que pensar en los ojos de su mama y estos le mirarían otra vez con calor. ¡Porque su mamá le quería mucho no, muchísimo! E Iván siempre recordaría eso porque esa es la regla del amor: ¡no olvidar nunca a quien nos quiere! 💌

2 comentarios en “UNA REGLA, por Silvia Tolosa López

  1. Un escrito maravilloso que nos remueve x dentro. Una verdad verdadera. La añoranza infantil, la añoranza de mayor. La vida sigue y la rueda sigue girando en el camino, las flores quedan atrás, nuevos campos descubrirás, pero las otras flores siempre te acompañarán.
    Unas lágrimas cayeron y una sonrisa salió cuando Rufus apareció.
    Enhorabuena Silvia e Iván.

  2. ¿Cuál es el secreto de la inmortalidad? El recuerdo con amor. Si recordamos con amor a nuestros seres queridos nunca morirán, sino que vivirán en nosotros para siempre. Precioso relato que describe esto. Muy recomendable para niños también. Enhorabuena a Silvia.

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