Érase un escarabajo de preciosos y metálicos brillos verdes, dorados y negros. Fue a pedir trabajo y con su impecable apariencia lo contrataron “ipso facto”. Tenía un currículo impresionante: altas capacidades y gran experiencia. Entró en la empresa y todos quedaron deslumbrados por su aspecto y habilidades. Tenía una larga lista de cursos e importantes experiencias. Al principio todo iba de cine: era el primero en entrar y el último en salir. Desarrollaba sus tareas de modo ejemplar. 

Ya había estado trabajando tres años allí. Con el tiempo era cada vez más impuntual, irresponsable y trataba peor a sus clientes y jefes. Se estaba volviendo un problema.

Aquel año necesitaban a nuevo personal porque dos compañeros se fueron a la vez. Al cabo de unas semanas, entró un nuevo escarabajo. Era negro como el azabache, menos lustroso y con menos capacidades. No les convencía mucho pero fue lo mejor que encontraron. El escarabajo brillante orientó amablemente al nuevo. 

Pasaron dos semanas. De pronto todo cambió. El más veterano empezó a vaguear, llegar tarde y hacer con desgana las tareas. En cambio, el nuevo era puntual, responsable y le apasionaba el empleo. Los clientes estaban encantadísimos con él. Además estaba aprendiendo muy rápido. El escarabajo brillante se sintió amenazado y empezó a acosar al mate azabache y a cargarle de sus tareas. Además hablaba mal del nuevo a sus espaldas y le empezó a culpar de todo a sus jefes.  Como era lustroso y llevaba más tiempo le creyeron al veterano. El azabache al final fue despedido y se quedó el brillante. 

En el futuro, ¿al brillante escarabajo verde talentoso que despreció su empleo y a su compañero le esperaría el golpe inesperado del karma y al mate escarabajo negro azabache el premio por su pasión aunque menores capacidades tras ser despedido?…