A mediados de abril lanzamos un reto muy especial para descubrir qué sucedía a la hora de compartir las mismas palabras entre diferentes autores.
Gracias a Miguel Ángel Cruz, Susana Rosell y Marleth Morales, puedes disfrutar de estos 3 cuentos que han surgido al utilizarse las 5 palabras clave: Tierra, escritura, tiempo, sentido y globalidad.
Muchas gracias a todos por ser parte de este momento tan especial. Observa cada palabra y la diversidad narrativa de los participantes.
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AÚN HAY ESPERANZA, cuento de Miguel Ángel Cruz
Todo se desmoronaba a su alrededor. ¿Cuánto tiempo llevaba escuchando que todo se iba a ir al garete? Ni lo recordaba. Todos lo habíamos escuchado, incluso lo habíamos dicho, pero no éramos conscientes de que tal cosa podría suceder, y ahora, si miraba hacia atrás, daría lo que fuera por haber(se) escuchado.
Desde lo alto de la montaña observaba como todo el mundo conocido «que por otra parte no era demasiado, teniendo en cuenta que no había salido de mi pueblo más que para hacer alguna compra en la ciudad», se había ido al garete.
Aunque ¿qué podía haber hecho yo sólo? «Otra frasecita que siempre nos decimos cuando nos excusamos para no hacer algo», pero si todo el mundo hubiera puesto su granito de arena la tierra no sería ahora un páramo vacío.
Nada tenía ya sentido, pues habíamos acabado con todo y cada uno de los recursos que la madre tierra nos regalaba. Lo teníamos todo y ahora tan sólo me queda esto, la escritura para que las generaciones futuras no cometan los mismos errores «si es que hay generaciones futuras».
He dejado plasmado en un libro «no, de papel no, eso ya no queda, los árboles escasean tanto que muchos niños no los han visto más que por la televisión.
El oxígeno se ha convertido en un bien escaso y tan sólo unos pocos privilegiados que vivimos en zonas rurales podemos vivir sin máquinas para poder respirar «mejor dicho, podíamos», ahora en mi pueblo ya no queda nada, el fuego, debido a que los rayos de sol entran sin ningún tipo de filtro a través de la atmósfera, lo arrasa todo, y más ahora que los océanos, mares, ríos y lagos se están evaporando.
Ya no es un mal local, en esto sí que hemos creado una verdadera globalidad. Si lo hubiéramos hecho en lo que de verdad importaba, ahora no nos veríamos así.
Sólo me queda buscar algún lugar donde acabar mi vida para poder enseñar lo que sé.
Me han dicho que en el norte las probabilidades de supervivencia son mayores.
Ojalá que encontremos la solución. Mientras haya una pequeña probabilidad, una pequeña esperanza, seguiremos adelante.
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SENTIDO Y GLOBALIDAD, cuento de Susana Rosell
Érase una vez dos hermanos, un chico y una chica, que eran gemelos. Sus nombres eran Sentido y Globalidad. Sentido era un chico muy prudente, responsable, juicioso, pero muy introvertido, al contrario de su hermana, Globalidad, que era una chica alegre, extrovertida y algo alocada.
Aunque tenían personalidades muy distintas, les unía su amor por la escritura. Pasaban largas tardes empleando su tiempo escribiendo historias sobre la Madre Tierra que habían oído de boca de sus abuelos y, estos a su vez, habían recibido a través del tiempo, heredadas de sus antepasados.
Sus historias hablaban de la Pachamama, de hadas que ayudaban a los hombres, de Diosas de las cosechas, tenían muchísimas historias por contar.
Pero cuando fueron haciéndose mayores, Sentido y Globalidad se fueron distanciando, y olvidándose de la Tierra.
Especialmente Globalidad fue la que más cambió. Empezó a reclutar a otras personas egoístas e individualistas, para beneficiarse de todo lo que la Tierra les pudiese dar, para usarlo en su beneficio y el de unos cuantos, pero dejando fuera a personas que no pertenecían a su grupo y que tenían menos recursos.
Sentido, intentó en vano que Globalidad se acercara de nuevo a él y siguieran cuidando la Tierra como hacían antaño. Pero Globalidad, desgraciadamente, no le prestaba atención.
Sentido le escribía preciosas cartas a Globalidad que ella desechaba inmediatamente sin tan solo leerlas.
Hasta que algo inesperado sucedió en la Tierra …Llegó un gigante de nombre Pandemia que engullía a todos los habitantes de la Tierra, sin importar dónde vivían ni quienes eran, incluso, llegó a comerse, a Globalidad.
Sentido muy triste por la pérdida, tardó mucho tiempo en recuperarse pero, al cabo de casi dos años conoció a Humanidad. Unieron sus fuerzas y consiguieron derrotar a Pandemia haciendo que la Tierra fuera de nuevo un lugar bonito y armonioso donde vivir.
Decidieron entre los dos dejar por escrito esta historia para que nadie olvidase la lección: “Todos unidos con sentido y humanidad, conseguiremos dejar un mundo más feliz y hermoso para las futuras generaciones. La Tierra es un regalo que tenemos la obligación de cuidar, ya que ella nos entrega todo a cambio de nada”.
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LA NIÑA DE LA “U”, cuento de Marleth Morales
Y llegó el día de iniciar la universidad “la U”, había sido aceptada directamente por mis calificaciones y cartas de recomendación de mis profesores, quienes confiaban en mí, porque mis acciones daban sentido y eran el ejemplo de la estudiante que ellos promovían en sus clases.
Sin embargo yo era (y aún soy) una niña, que hasta el día de ayer seguía jugando con sus muñecas (y el día de hoy con las de mi hija). Una niña que ama la poesía, la magia, el romanticismo, contar cuentos e historias, y que acciona desde la pasión que sale del fondo de su alma, cual aquel dragón lleno de fuego con un corazón enorme en sus alas y la mirada de un búho curioso que se posa en una yegua que vive plenamente la libertad.
Así, sin conocer el mundo, viniendo de un pueblo en donde el folclor y compartir con los amigos es lo cotidiano, lo usual y la expresión de un ADN cultural, pisé tierra por primera vez cuando llegué a la universidad. En aquella época poco se hablaba de la globalidad, no existían los celulares y el internet apenas era cosa de algunas pocas empresas.
Vestía con colores pasteles, con el rostro completamente libre de maquillaje, el afro expandido y sólo recogido para suavizar los brotes de calor. Y conmigo caminaba la inocencia de aquella doncella cuyo sentido por la vida era lograr sus sueños de ser ingeniera para poder transformar las organizaciones con las que jugaba.
Tras cada uno de mis vestidos, un cuerpo de mujer comenzaba a hacer su aparición, éste quizás ya no encajaba allí, las miradas de aquellos estudiantes empezaban a asustarme y me mantenían en modo alerta ante cualquier persona que se me acercaba.
Aquella niña empezaba a sentir que se estaba convirtiendo en una mujer, hermosa, admirada, y aunque tímidamente observaba su evolución, y no quería detenerse en esa transformación, sus pensamientos en sus estudios estaban y sólo anhelaba que el tiempo pasara para graduarse y salir a recorrer el mundo, volar, disfrutar, reír, seguir soñando y construir una vida distinta a la que llevaba.
El amor familiar había sido mi mayor tesoro hasta el momento, gozaba del cariño de mis tíos y abuelos, cuidaba de mi salud con ejercicio diario y mantenía la energía que necesitaba para vivir en movimiento. Durante aquellos días la escritura era mi mejor polo a tierra. Entre cartas y poemas podía plasmar la ilusión y visión de una vida en donde mi casa fuera el mundo y en donde muchos amigos disfrutáramos de una rica conversación en medio de la luz de una fogata, al lado de las estrellas y la luna, aprendiendo sobre las experiencias de cada uno.
Caminando un día, conocí alguien lleno de poesía, quien como yo, llegó a una zona verde para descansar después del almuerzo. Nos hicimos amigos. Podíamos pasar tiempo todos los días hablando del universo, las estrellas, la poesía y soñando con las cosas de la vida. Nos mirábamos el uno al otro, el tiempo pasaba lentamente, nuestros ojos no nos mentían, podíamos quedarnos observándonos por mucho tiempo el uno al otro, dormir una siesta, y despertar, para decir hasta mañana, tomar los libros y cuadernos e ir a nuestra clase para estudiar. Había pocas palabras y muchas miradas, muchas sonrisas sin chiste alguno, podíamos correr y caer, en el pasto jugar hacer rollos y saltar, y aun así, día tras día, nuestra conversación estaba llena de amor sin hablar del amor.
Y pasaron los días, y yo seguí siendo esa niña que ni cuenta se dio que el amor había pasado por su vida y se había ido sin decir adiós. Seguí siendo la niña de la U.
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¿Te han gustado los cuentos? 😊 Deseamos que sientas la misma ilusión que nosotros al compartir estos escritos.
A través de este reto mostramos que el uso de las mismas palabras es fuente de diversos contenidos imaginados por cada autor/a.
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Genial iniciativa. Es un placer co-crear. Mis felicitaciones.
Muchas gracias a ti por ser parte de la tierra de la escritura. Es un placer co-crear y mostrar la inspiración en forma de palabras. Gracias
Maravillosos relatos llenos de sentido y emoción k llegan al corazón. Enhorabuena Victoria Eugenia, la criatura crece y bien, gracias a todas las personas k lo hacen posible. Felicidades.
Muchas gracias Rufino, es un placer aportar y mostrar lo mejor de cada autor/a. Es maravilloso dar vida a las palabras en este espacio que compartimos. Los autores son los artífices de estas lecturas inéditas tan especiales y siempre eres bienvenido. Un abrazo
Me encantaron los relatos,
Gracias por compartir en este espacio, parte de nuestras vivencias o de nuestra imaginación transcrita en palabras Victoria Eugenia!! 🤗
Escribelandia somos todos, sobre todo vosotros, que nos inspiráis y aportáis esencias maravillosas en forma de escritos. Un abrazo enorme y muchas gracias Ana 😊