Fuerte como un doble latido fue un sueño viviendo lento, atrapando cada momento, surcando la mar con su elegancia, recuerdo el viento en mi pelo cuando la mar, el barco, el aire y yo éramos uno, sintiendo esas caricias del viento en el océano, acariciando y alcanzando el cielo con los labios para así saciar mi sed de aventuras.

Naufragando en sus manos me encontré, sin remedio en ella me perdí, recorriendo el mapa de su cuerpo, siendo música de agua, sonrisa eterna en la que perderse, escuchando su eterno son al romperse.

Desperté los sentidos en mi lucha contra el viento, en la madrugada me perdí en sus pensamientos, siendo furia y calma, sereno y tormenta, brillando siempre en mis ojos cual relámpago. Recorrí cada palmo de su alma con mis lamentos.

Sintiendo la bruma que de nuestra mar llega calmada, lenta, pero inexorable, alcanzando nuestro mundo, cubriéndonos.

Que pase el otoño y se lleve las hojas, que arrastre nuestras almas impías, que el invierno nos acoja, que nos de cobijo en su frío manto y esas nubes negras no sean más que un mal presagio, y tras él, un dulce despertar de cuerpos y almas.

Tras el invierno abramos corazones, sintiendo el aroma que de esta nuestra mar llega, sintiendo el peso de esa brisa salada, de ese sol que nos embriaga.

Amanecer de primaveras en nuestros corazones, flores en el ombligo, mariposas en el alma.

Rompiendo las puertas de nuestro despertar.

Rasgando el abrigo para albergar esa brisa esperada de esta mar nuestra.

Ya llega nuestro despertar en este verano, el sol, dulce sol que saluda; hoy resucitamos.

Enamorarse del momento… de la mar… de quienes nos acompañan a lo largo de las estaciones del año.

Cada instante es una nueva oportunidad 😊